En aquellos días, Jesús se fue al
monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día,
llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también
apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y
Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón,
llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un
traidor.
Bajando con ellos se detuvo en un
paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre
del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,
que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran
molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba
tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.