"Hago todos los días mi "ratito" de oración: ¡si no fuera por eso!" (Camino, 106)

6 de noviembre de 2014

JUEVES DE LA 31a SEMANA del Tiempo ordinario Memoria de San Severino (*)

Lucas 15,1-10.

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. 
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: 


"Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". 

Jesús les dijo entonces esta parábola: 


"Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla?

 
Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: 


"Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido". 

Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse". 


Y les dijo también: 


"Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 

Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: 


"Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido". 

Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte". 

COMENTARIO

Dejar lo que tiene importancia por amor a lo que hay de más humilde es propio del poder divino, no de la codicia humana. Porque Dios incluso hace existir lo que no existe; y va en busca de lo que está perdido aún cuidando lo que ha dejado en su lugar, y encuentra lo que se había perdido sin perder lo que tiene bajo su custodia. 

San Pedro Crisólogo 

(*) La mención del Santo mártir Severino en el Martirologio Romano de 1930, con fiesta el 8 de noviembre, y su descripción como soldado romano martirizado bajo Diocleciano –cuyas reliquias se conservaron en unas catacumbas romanas–, parece asociada a los cuatro mártires romanos de la Via Labicana.

Probablemente, el san Severino mártir cuyos restos concede Gregorio XVI a la iglesia napolitana de los Santos Francisco y Mateo y que el cardenal Marcello Mimmi entrega al Opus Dei en 1957, es uno de los santos mártires romanos de la Via Labicana, cuya memoria, durante siglos, se celebró unida a la de los mártires de Panonia, el 8 de noviembre, y cuyos nombres se desconocen.