NOVENA · Tercer día
Meditación
San Josemaría Escrivá, «siendo santo, reclamaba continuamente las oraciones de todo el mundo. Yo preciso más aún de vuestras oraciones: las necesito más que nuestro Fundador, porque soy un pobre hombre, y porque me toca suceder a un santo» (Beato Álvaro, CP, 30-IX-1975).
«La humildad se manifiesta en el convencimiento profundo y sincero de que no somos mejores que los demás y, al mismo tiempo, en la certeza firme de que hemos sido convocados específicamente por Dios para servirle en medio de las distintas situaciones de cada momento y traerle muchas almas. Esta seguridad nos llena de optimismo» (Beato Álvaro, CP, 1-VIII-1989).
«No olvidéis que la alegría es consecuencia de la paz interior, y que la verdadera paz es inseparable de la compunción, del dolor humilde y sincero por nuestras faltas y pecados que Dios perdona en el Santo Sacramento de la Penitencia» (Beato Álvaro, CP, 16-I-1984).
Petición
Señor, haz que tenga siempre presentes las palabras de Jesús: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas (Mt 11, 29).
Dame la sinceridad de reconocer que muchas de mis inquietudes y ansiedades proceden de mi amor propio, de la excesiva preocupación por lo que los demás piensan de mí, de la tristeza de haber quedado mal, de pensar que no me dan valor, de ver que no soy el centro de las atenciones...; o sea, de mi orgullo.
Concédeme, Dios mío, la gracia de la humildad, pues sin ella «no existe caridad ni ninguna otra virtud y, por tanto, es imposible que haya verdadera vida cristiana» (Beato Álvaro, CP, 1-VIII-1989). Que sepa pensar menos en mí, en mi importancia, en mi éxito y en mis intereses, y me preocupe más de los demás, feliz por poder ayudarles y servirles.
Rezar la oración al Beato Álvaro
Dios Padre misericordioso, que concediste al beato Álvaro, obispo, la gracia de ser, con la ayuda de Santa María, pastor ejemplar en el servicio a la Iglesia y fidelísimo hijo y sucesor de san Josemaría, fundador del Opus Dei: haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Dígnate otorgar la canonización del beato Álvaro, y concédeme por su intercesión el favor que te pido... (pídase). Así sea.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.