"Hago todos los días mi "ratito" de oración: ¡si no fuera por eso!" (Camino, 106)

14 de enero de 2015

Miércoles de la primera semana del tiempo ordinario

Marcos 1,29-39.

Jesús salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. 

El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. 

Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, 
y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. 

Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él. 

Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. 

Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: 
"Todos te andan buscando". 

El les respondió: 
"Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido". 

Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.