"Hago todos los días mi "ratito" de oración: ¡si no fuera por eso!" (Camino, 106)

4 de febrero de 2015

MIERCOLES de la 4a Semana del tiempo ordinario

Marcos 6,1-6.

Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. 

Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". 


Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Por eso les dijo: 
"Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa". 

Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.