Mateo 23,13-22.
"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes!
¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: 'Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale'!
¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro?
Ustedes dicen también: 'Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar'.
¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?
Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él.
Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita.
Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él. "
* Esta fiesta de la Virgen fue instituida por Pío XII en 1954, respondiendo a la creencia unánime de toda la Tradición que ha reconocido desde siempre su dignidad de Reina, por ser Madre del Rey de reyes y Señor de señores. Santa María es una Reina sumamente accesible, pues todas las gracias nos vienen a través de su mediación maternal. La coronación de María como Reina de todo lo creado que contemplamos en el quinto misterio glorioso del Santo Rosario está íntimamente unida a su Asunción al Cielo en cuerpo y alma.