"Hago todos los días mi "ratito" de oración: ¡si no fuera por eso!" (Camino, 106)

16 de mayo de 2020

SANTO ROSARIO ARMA PODEROSA


— Nuestra Señora nos enseña a contemplar la vida de su Hijo.
— El Rosario en familia. Es «arma poderosa».
— Las distracciones en el Rosario.


I. El amor a la Virgen se manifiesta en nuestra vida de formas muy diversas. En el Santo Rosario, la oración mariana más recomendada durante siglos por la Iglesia, la piedad nos muestra un resumen de las principales verdades de la fe cristiana; a través de la consideración de cada uno de los misterios, Nuestra Señora nos enseña a contemplar la vida de su Hijo. Ella, íntimamente unida a Jesús, ocupa en ocasiones el primer lugar; otras, es Cristo mismo quien atrae en primer término nuestra atención. María nos habla siempre del Señor: de la alegría de su Nacimiento, de su muerte en la Cruz, de su Resurrección y Ascensión gloriosa.

El Rosario es la oración preferida de Nuestra Madre, y «con la consideración de los misterios, la repetición del Padrenuestro y del Avemaría, las alabanzas a la Beatísima Trinidad y la constante invocación a la Madre de Dios, es un continuo acto de fe, de esperanza y amor, de adoración y reparación»1.

Según su etimología, el Rosario «es una corona de rosas, costumbre encantadora que en todos los pueblos representa una ofrenda de amor y un símbolo de alegría»2. «Es el modo más excelente de oración meditada, constituida a manera de mística corona en donde la salutación angélica, la oración dominical y la doxología a la Augusta Trinidad se entrelazan con la consideración de los más altos misterios de nuestra fe: en él, por medio de muchas escenas, la mente contempla el drama de la Encarnación y de la Redención de Nuestro Señor»3.

En esta plegaria mariana se funden la oración vocal y la meditación de los misterios cristianos, que es como el alma del Rosario. Esta meditación pausada hace posible que, con las mismas palabras, cada uno exprese su oración personal. Ayuda a rezarlo bien «el meterse, como un personaje más», dentro de las escenas que se consideran. Así, «viviremos la vida de Jesús, María y José.

»Cada día les prestaremos un nuevo servicio. Oiremos sus pláticas de familia. Veremos crecer al Mesías. Admiraremos sus treinta años de oscuridad... Asistiremos a su Pasión y Muerte... Nos pasmaremos ante la gloria de su Resurrección... En una palabra: contemplaremos, locos de Amor (no hay más amor que el Amor), todos y cada uno de los instantes de Cristo Jesús»4.

Con la consideración de los misterios, la oración vocal –el Padrenuestro y las Avemarías– queda vivificada; la vida interior se enriquece con un hondo contenido, que es fuente de oración y de contemplación a lo largo del día. Poco a poco nos identifica con los sentimientos de Cristo y nos permite vivir en un clima de intensa piedad: gozamos con Cristo gozoso, nos dolemos con Cristo paciente, vivimos anticipadamente en la esperanza la gloria de Cristo resucitado. «Aunque sea en planos de realidad esencialmente diversos –decía Pablo VI– (la liturgia y el Rosario), tienen por objeto los mismos acontecimientos salvíficos llevados a cabo por Cristo. La primera hace presentes (...) los misterios más grandes de nuestra redención; la segunda, con el piadoso afecto de la contemplación, vuelve a evocar los mismos misterios en la mente de quien ora y estimula su voluntad a sacar de ellos normas de vida»5.

II. El Concilio Vaticano II pide «a todos los hijos de la Iglesia que fomenten con generosidad el culto a la Santísima Virgen (...); que estimen en mucho las prácticas y los ejercicios de piedad hacia Ella recomendados por el Magisterio en el curso de los siglos»6. Y bien sabemos con qué insistencia ha recomendado la Iglesia el rezo del Santo Rosario. Concretamente, es «una de las más excelentes y eficaces oraciones comunes que la familia cristiana está invitada a rezar»7, y en muchos casos será un objetivo de vida cristiana para muchas familias. En ocasiones bastará comenzar con el rezo de un misterio solamente, aprovechando quizá ocasiones tan singulares como es el mes de mayo, la visita a un santuario o ermita de la Virgen... Mucho se tiene ganado si se empieza a enseñarlo a los hijos desde que son pequeños.

El Rosario en familia es una fuente de bienes para todos, pues atrae la misericordia del Señor sobre el hogar. «Tanto el rezo del Ángelus como el del Rosario –decía Juan Pablo II– deben ser para todo cristiano y aún más para las familias cristianas como un oasis espiritual en el curso de la jornada, para tomar valor y confianza»8. Y pocos días más tarde volvía a insistir el Santo Padre: «conservad celosamente ese tierno y confiado amor a la Virgen, que os caracteriza. No lo dejéis nunca enfriar (...). Sed fieles a los ejercicios de piedad mariana tradicionales en la Iglesia: la oración del Ángelus, el mes de María y, de modo muy especial, el Rosario. Ojalá resurgiese la hermosa costumbre de rezar el Rosario en familia»9.

Hoy podemos examinar en nuestra oración si acudimos al Santo Rosario como «arma poderosa»10 para conseguir de la Virgen aquellas gracias y favores que tanto necesitamos, si lo rezamos con la necesaria atención, si procuramos ahondar en su riquísimo contenido, particularmente deteniéndonos y meditando durante unos momentos cada uno de los misterios, si procuramos que nuestros familiares y amigos comiencen a rezarlo y así traten y amen más a nuestra Madre del Cielo.

III. A veces, cuando los cristianos tratamos de difundir el rezo del Santo Rosario como una forma de tratar a la Virgen cada día, nos encontramos con personas, incluso de buena voluntad, que se excusan diciendo que se distraen con frecuencia en él y que «para rezarlo mal es mejor no rezarlo», o algo similar. Enseñaba el Papa Juan XXIII que «el peor de los rosarios es el que no se reza». Nosotros podemos decir a nuestros amigos que, en vez de dejarlo, es más grato a la Virgen procurar rezarlo lo mejor que podamos, aunque tengamos distracciones. También puede ocurrir que –como escribe San Alfonso Mª de Ligorio– «si tú tienes muchas distracciones durante la oración, puede ser que al diablo le moleste mucho esa oración»11.

Algunos han comparado el Rosario a una canción: la canción de la Virgen. Por eso, aunque alguna vez no tengamos del todo presente «la letra», la melodía nos llevará, casi sin darnos cuenta, a tener puesto el pensamiento y el corazón en Nuestra Señora.

Las distracciones involuntarias no anulan los frutos del Rosario, ni de otra oración vocal, con tal de que se luche por evitarlas. Santo Tomás señala que en la oración vocal puede ponerse una triple atención: la correcta pronunciación de todas las palabras de que consta, el fijarse más en el sentido de esas palabras y el poner especial empeño en el fin de la oración, es decir, en Dios y en aquello por lo que se ora. Esta última es la atención más importante y necesaria, y pueden tenerla incluso personas de pocas letras o que no entienden bien el sentido de las palabras que pronuncian, y «puede ser tan intensa que arrebate la mente a Dios»12.

Si nos esforzamos, cada vez podemos rezar mejor el Santo Rosario: cuidando la pronunciación, las pausas, la atención, deteniéndonos unos instantes para considerar el misterio que iniciamos, ofreciendo quizá esas diez Avemarías por una intención concreta (la Iglesia Universal, el Romano Pontífice, las intenciones del obispo de la diócesis, la familia, las vocaciones sacerdotales, el apostolado, la paz y la justicia en determinado país, un asunto que nos preocupa...), tratando de que esas «rosas» ofrecidas a la Virgen no estén ajadas o marchitas por la rutina o por dejar paso a distracciones más o menos voluntarias... Evitar todas las distracciones será muy difícil; en ocasiones, prácticamente imposible, pero la Virgen también lo sabe y acepta nuestro deseo y nuestro esfuerzo.

Para rezarlo con devoción, convendrá reservarle una hora oportuna. «Un triste medio de no rezar el Rosario: dejarlo para última hora.

»Al momento de acostarse se recita, por lo menos, de mala manera y sin meditar los misterios. Así, difícilmente se evita la rutina, que ahoga la verdadera piedad, la única piedad»13. «Siempre retrasas el Rosario para luego, y acabas por omitirlo a causa del sueño. —Si no dispones de otros ratos, recítalo por la calle y sin que nadie lo note. Además, te ayudará a tener presencia de Dios»14.

El Rosario tiene la ventaja de que puede rezarse en cualquier parte: en la iglesia, en la calle, en el coche..., solo o en familia, mientras se espera en la sala de visitas del médico, o en la cola para retirar unos impresos. Pocos cristianos podrán decir con sinceridad que no encuentran tiempo para rezar «la oración más querida y recomendada por la Iglesia».

Un día, el Señor nos mostrará las consecuencias de haber rezado, con devoción, aunque con algunas distracciones también, el Santo Rosario: desastres que se evitaron por especial intercesión de la Virgen, ayudas a personas queridas, conversiones, gracias ordinarias y extraordinarias para nosotros y para otros, y los muchos que se beneficiaron de esta oración y a quienes ni siquiera conocíamos.

Esta oración tan eficaz y grata a la Virgen será en muchos momentos de nuestra vida el cauce más eficaz para pedir, para dar gracias. También para reparar por nuestros pecados: «“Virgen Inmaculada, bien sé que soy un pobre miserable, que no hago más que aumentar todos los días el número de mis pecados...”. Me has dicho que así hablabas con Nuestra Madre, el otro día.

»Y te aconsejé, seguro, que rezaras el Santo Rosario: ¡bendita monotonía de avemarías que purifica la monotonía de tus pecados!»15.






COMO REZAR EL SANTO ROSARIO:



  1. Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.
  2. Acto de Contrición: Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, me pesa de todo corazón haber pecado, porque he merecido el infierno y he perdido el cielo; sobre todo porque te ofendí a Tí, que eres tan bueno y que tanto me amas, a quien quiero amar sobre todas las cosas. Propongo firmemente con tu gracia enmendarme y alejarme de las ocasiones de pecar, confesarme y cumplir la penitencia. Confío me perdonarás por tu infinita misericordia. Amén. 
  3. Señor abre mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Señor ven en mi auxilio, date prisa en socorrerme.
  4. Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones, enciende en ellos el fuego de tu amor. Envíanos Señor tu espíritu y todo será de nuevo creado, y renovará la faz de la tierra. Señor Dios Padre de amor, Dios de misericordia, ilumina nuestra mente con la Luz del Espíritu Santo para que podamos comprender el mensaje de tu palabra y fortalezca nuestra voluntad para poder vivirla. Así sea.
  5. Se anuncia el primer misterio, y si se va a meditar, se lee el texto elegido (ver la sección "Misterios").
  6. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
  7. Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Madre nuestra, derrama la gracia de tu llama de amor en (...tu nombre...), y sobre toda la humanidad. (Hay que repetir esto 10 veces, para cada misterio).
  8. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
  9. Santa María de Guadalupe, reina de México, reina de la paz. Manda paz a nuestros corazones, a nuestras familias, a México y al mundo entero. (Debe de haber una jaculatoria similar para tu país, sería prudente que la buscases y la usases aquí). 
  10. Madre de Dios y madre nuestra, sálvanos, por la llama de amor de tu inmaculado corazón. 
  11. ¡Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y del purgatorio, lleva al cielo a todas las almas, especialmente, a las más necesitadas de tu misericordia! Amén.
  12. Jesús, vive en tus sacerdotes, transfórmalos en Tí. Hazlos por tu gracia mediadores de tu misericordia. Trabaja en ellos y por medio de ellos. Conviértelos en imitadores de las adorables virtudes de tu Sagrado Corazón. Hazlos salvadores de almas y santos. Amén.
  13. A las benditas almas del santo Purgatorio, dales Señor el descanso eterno, y luzca para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Así sea.
  14. A tus hijos obispos ¡oh virgen madre de Dios! abrázalos con tu llama de amor.
  15. Se anuncia el siguiente misterioy se repite todo el ciclo (un Padre nuestro, diez aves Marías, etc.) desde el punto 6 al 14, de modo tal que así se recen los 5 misterios; y una vez terminados... 
  16. ¡Oh soberano santuario, sagrario del Verbo Eterno, libera virgen del infierno a los que rezan tu rosario. Emperatriz poderosa, de los mortales consuelo; ábrenos señora el cielo con una muerte dichosa, y danos pureza de alma, tú que eres tan poderosa!
  17. Padre nuestro y 3 aves Maríarezados por las intenciones del santo padre.
  18. Padre nuestro.
  19. Dios te salve, María santísima, hija de Dios Padre, virgen purísima y castísima en el parto, en tus manos encomendamos nuestra esperanza para que la alientes. Llena eres de gracia...
  20. Dios te salve, María santísima, madre de Dios Hijo, virgen purísima y castísima en el parto, en tus manos encomendamos nuestra esperanza para que la alientes. Llena eres de gracia... 
  21. Dios te salve, María santísima, esposa de Dios Espíritu Santo, virgen purísima y castísima después del parto, en tus manos encomendamos nuestra caridad para que la inflames. Llena eres de gracia...
  22. Dios te salve María santísima, templo, trono y sagrario de la Santísima trinidad. Virgen concebida sin la mancha del pecado original.
  23. Dios te salve reina y madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Tí suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lagrimas. Ea, pues, señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, o dulce y siempre virgen María! Ruega por nosotros, santa madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
  24. Letanías de la santísima virgen. (dale click para ir a ellas). 
  25. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Perdónanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Óyenos, Señor. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Ten piedad y misericordia de nosotros.
  26. Bajo tu amparo nos acogemos, santa madre de Dios. No desprecies las oraciones que te hacemos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todos los peligros ¡Oh virgen gloriosa y bendita! Ruega por nosotros santa madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
  27. Ofrecimiento del rosario. Por estos misterios santos de que hemos hecho recuerdo, te pedimos, ¡oh María!, de la fe santa el aumento, la exaltación de la iglesia, del Papa el mejor acierto, y de la nación Mexicana (o tu país), la unión y el feliz gobierno. Que el no cristiano reconozca a Dios, y el que se ha alejado reconozca su error, y que todos los pecadores tengamos arrepentimiento. Que los cautivos cristianos sean libres de cautiverio. Goce puerto el navegante y de salud a los enfermos, que en el purgatorio logren las ánimas refrigerio, y que este santo ejercicio tenga efecto tan completo en toda la cristiandad, que alcancemos por su medio, el ir a alabar a Dios en tu compañía en el cielo. Amén.
  28. San Miguel arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y las asechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre el su poder,es nuestra humilde súplica. Y tú ¡oh príncipe de la milicia celestial!, con la fuerza que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
  29. Dulce madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes, y solos nunca nos dejes. Ya que me proteges tanto como verdadera madre, haz que nos bendiga El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo. Amén.


Misterios.




Misterios gozosos. Se rezan los lunes y los sábados.


Primer misterio. La anunciación del Señor. Dijo María: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra" (Lc. 1,38). Señor quiero servirte siempre.

Segundo misterio. La visita de nuestra señora. "María fue presurosa a la región montañosa, a una ciudad de Judá... y saludó a Isabel" (Lc. 1,39). Señor, concédeme verdadero amor al prójimo.

Tercer misterio. La natividad del Señor. "María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en su pesebre" (Lc. 2,7). Señor, hazme pobre y humilde de espíritu.

Cuarto misterio. La presentación del Señor. "María y José llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al señor, como está escrito en la Ley del Señor" (Lc. 2,23). Señor, ayúdame a cumplir tu Ley.

Quinto misterio. El niño perdido y encontrado en el templo. "Al no encontrar María y José a Jesús, se volvieron a Jerusalén en su busca... le encontraron en el templo" (Lc. 2,45). Señor, que nunca me aparte de Ti.
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Misterios dolorosos. Se rezan los martes y viernes.


Primer misterio. La oración en el huerto. "Padre, si es posible aparte de Mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya" (Lc. 22,42). Señor, que siempre haga tu voluntad.

Segundo misterio. La flagelación del Señor. "Pilato tomó a Jesús y mandó azotarle" (Jn. 19,1). Señor, enséñame a ser mortificado.

Tercer misterio. La coronación de espinas. "Trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza a Jesús, y le vistieron un manto de púrpura" (Mt. 27,28). Señor, frena mi soberbia.

Cuarto misterio. Jesús con la cruz a cuestas. "Tomaron, pues, a Jesús, y Él, cargando su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario" (Jn. 19,1). Señor, ayúdame a llevar con amor mi cruz de cada día.

Quinto misterio. La crucifixión y muerte del Señor. "Jesús clamó con gran voz 'Padre, en tus manos entrego mi Espíritu', e inclinando la cabeza, murió" (Lc. 23,46). Señor concédeme morir en tu gracia y dar mi vida en fidelidad.
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Misterios gloriosos. Se rezan los miércoles y los domingos.


Primer misterio. La resurrección del Señor. "No teman, sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí, ha resucitado, como lo había dicho" (Mt. 28,6). Señor, sálvame.


Segundo misterio. La ascención del Señor. "Este mismo Jesús, que les ha sido llevado, vendrá del mismo modo del que le han visto subir al cielo" (Hech. 1,11). Señor, llévame al cielo.


Tercer misterio. La venida del Espíritu Santo. "Quedaron todos llenos del Espíritu Santo" (Hech. 2,4). Señor, llévame al cielo.


Cuarto misterio. La asunción de María santísima. "¿Quién es aquella que viene, hermosa como la aurora, bella como la luna, resplandeciente como el sol?" (Ct. 6,10). Señora, bajo tu amparo me acojo.


Quinto misterio. La coronación de la virgen María. "Y apareció en el cielo una gran señal: una Mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza" (Ap. 12,1). Señora, se siempre mi Reina.
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Misterios luminosos. Se rezan los jueves.


Primer misterio. El bautismo de Jesús en el Jordán. "Por entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para encontrar a Juan y para que éste lo bautizara." (Mt. 3,13-17).


Segundo misterio. Las bodas de Caná. "Tres días más tarde se celebraba una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí..." (Jn. 2,11).


Tercer misterio. El anuncio del reino de Dios. "Después de que tomaron preso a Juan, Jesús fue a Galilea, y empezó a proclamar la Buena Nueva de Dios." (Mc. 4, 14-15).


Cuarto misterio. La transfiguración del Señor. "Jesús les dijo; En verdad se los digo, algunos de los que están aquí presentes  no conocerán la muerte, sin que ya hayan visto el Reino de Dios viniendo con poder" (Mc. 9,1-10).


Quinto misterio. La institución de la eucaristía. "El primer día de la fiesta en que se comen los panes sin levadura, cuando se sacrifica el cordero Pascual, sus discípulos le dijeron: ¿Donde quiere que vayamos a preparar la cena de Pascua?" (Mc. 14, 12-25).




Letanías de la santísima virgen.


Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo óyenos.
Cristo escúchanos.
Padre Celestial que eres Dios. Ten piedad de nosotros.
Hijo que eres Dios. Ten piedad de nosotros.
Espíritu Santo que eres Dios. Ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios. Ten piedad de nosotros.

A las siguientes invocaciones se contesta: ruega por nosotros.
Santa María.
Santa madre de Dios.
Santa virgen de las vírgenes.
Madre de cristo.
Madre de la iglesia.
Madre de la divina gracia.
Madre purísima.
Madre castísima.
Madre intacta.
Madre incorrupta.
Madre amable.
Madre admirable.
Madre del buen consejo.
Madre del Creador.
Madre del Salvador.
Virgen prudentísima.
Virgen digna de reverencia.
Virgen digna de alabanza.
Virgen poderosa.
Virgen clemente.
Virgen fiel.
Espejo de justicia.
Trono de sabiduría.
Causa de nuestra alegría.
Vaso espiritual.
Vaso honorable.
Vaso insigne de devoción.
Rosa mística.
Torre de David.
Torre de marfil.
Casa de oro.
Arca de la alianza.
Puerta del cielo.
Estrella de la mañana.
Salud de los enfermos.
Refugio de los pecadores.
Consuelo de los afligidos.
Auxilio de los cristianos.
Reina de los ángeles.
Reina de los profetas.
Reina de los patriarcas.
Reina de los apóstoles.
Reina de los mártires.
Reina de los confesores.
Reina de las vírgenes.
Reina de todos los santos.
Reina concebida sin pecado original.
Reina elevada al cielo.
Reina del santísimo rosario.
Reina de las familias.
Reina de México. (debe de haber una advocación similar para tu país).
Reina de la paz.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Ten piedad y misericordia de nosotros.