"Hago todos los días mi "ratito" de oración: ¡si no fuera por eso!" (Camino, 106)

26 de agosto de 2021

AMAR CON OBRAS

 



Evangelio (Mt 24,42-51)


Por eso: velad, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor. Sabed esto: si el dueño de la casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, estaría ciertamente velando y no dejaría que se horadase su casa. Por tanto, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre.


¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el amo puso al frente de la servidumbre, para darles el alimento a la hora debida? Dichoso aquel siervo a quien su amo cuando vuelva encuentre obrando así. En verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si ese siervo fuese malo y dijera en sus adentros: «Mi amo tarda», y comenzase a golpear a sus compañeros y a comer y beber con los borrachos, llegará el amo de aquel siervo el día menos pensado, a una hora imprevista, lo castigará duramente y le dará el pago de los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.


Comentario


Ya cerca de su Pasión, Jesús pone a sus interlocutores ante una pregunta fundamental: ¿hacia dónde camináis en la vida y cómo lo hacéis? ¿Qué os mueve? Para ilustrar lo que quiere decir, usa ejemplos fácilmente comprensibles por todos. Jesús habla de dueños, de ladrones y de siervos. En esta vida tenemos unas posesiones y unos negocios que alguien quiere robarnos. Todo el que tiene una posesión o lleva un negocio sabe de la importancia de velar por sus bienes, de estar atento, de echar números, de protegerse de las posibles causas de ruina. Si un dueño no protege lo que le pertenece o no hace nada para que sus trabajadores obren bien y con responsabilidad quiere decir que sus pertenencias y negocios no le importan mucho. Uno se empeña por lo que ama.


Jesús aplica estos ejemplos a las almas. Todos tenemos un tesoro muy grande: hemos sido creados, por amor, a imagen y semejanza de Dios; hemos sido llamados a ser sus hijos; la sangre de Cristo se ha derramado por nosotros. Amados, enriquecidos con muchos dones, capaces de Dios y capaces de aportar en la edificación de la familia humana. Pero hay alguien que quiere robarnos y separarnos de Dios y de los demás. Alguien que quiere entrar en nuestro corazón y vaciarlo de todo lo grande, llenándolo de aspiraciones mezquinas y egoístas, propuestas, directa o indirectamente, por alguien que se presenta como ángel de luz que ofrece cosas aparentemente grandes, pero que, a fin de cuentas, se revelan como paja que se lleva el viento.


Jesús nos habla de la indolencia y de la hipocresía. Y nos pregunta: ¿te interesa lo que te ofrezco?, ¿lo valoras?, ¿lo guardas?, ¿lo cultivas? ¿Lo amas con el corazón y con obras? Velar es amar con el corazón eso que Dios nos ofrece. Velar es profundizar en el conocimiento de los tesoros recibidos. Velar es cultivar, fumigar y podar cuando sea necesario. Con la ilusión del agricultor que espera la cosecha, con la ilusión de que el Señor nos encuentre en cada momento, hoy y ahora, con un corazón enamorado. A esos deseos eficaces del corazón es a los que Dios escucha: ahí está el momento de nuestra salvación, en el hoy y el ahora que tengo entre manos.


PARA TU ORACION PERSONAL


El Papa Francisco en su reciente viaje a Cuba recordó que la ternura y el cariño son revolucionarios y que la fe es un estímulo que ayuda a salir de sí mismos y a tender puentes con el prójimo.


Ofrecemos algunas consideraciones de san Josemaría para meditar sobre la caridad.Cariño, lealtad, comprensión


Nuestra caridad ha de ser también cariño, calor humano. Así nos lo enseña Jesucristo. Si el cristiano no ama con obras, ha fracasado como cristiano, que es fracasar también como persona. No puedes pensar en los demás como si fuesen números o escalones, para que tú puedas subir; o masa, para ser exaltada o humillada, adulada o despreciada, según los casos. Piensa en los demás —antes que nada, en los que están a tu lado— como en lo que son: hijos de Dios, con toda la dignidad de ese título maravilloso.


Hemos de portarnos como hijos de Dios con los hijos de Dios: el nuestro ha de ser un amor sacrificado, diario, hecho de mil detalles de comprensión, de sacrificio silencioso, de entrega que no se nota. Este es el bonus odor Christi, -el buen olor de Cristo- el que hacía decir a los que vivían entre nuestros primeros hermanos en la fe: ¡Mirad cómo se aman!


Quiero hablar de vida diaria y concreta: de la santificación del trabajo, de las relaciones familiares, de la amistad. Si ahí no somos cristianos, ¿dónde lo seremos? El bonus odor Christi se advierte entre los hombres no por la llamarada de un fuego de ocasión, sino por la eficacia de un rescoldo de virtudes: la justicia, la lealtad, la fidelidad, la comprensión, la generosidad, la alegría.


Es Cristo que pasa, 36


Piensa en los demás


Desde la cuna de Belén, Cristo me dice y te dice que nos necesita, nos urge a una vida cristiana sin componendas, a una vida de entrega, de trabajo, de alegría. La eficacia redentora de nuestras vidas sólo puede actuarse con la humildad, dejando de pensar en nosotros mismos y sintiendo la responsabilidad de ayudar a los demás


Es Cristo que pasa, 18




No se puede tratar filialmente a María y pensar sólo en nosotros mismos, en nuestros propios problemas. No se puede tratar a la Virgen y tener egoístas problemas personales. María lleva a Jesús, y Jesús es primogenitus in multis fratribus, primogénito entre muchos hermanos. Conocer a Jesús, por tanto, es darnos cuenta de que nuestra vida no puede vivirse con otro sentido que con el de entregarnos al servicio de los demás.


Es Cristo que pasa, 145


Cuando hayas terminado tu trabajo, haz el de tu hermano, ayudándole, por Cristo, con tal delicadeza y naturalidad que ni el favorecido se dé cuenta de que estás haciendo más de lo que en justicia debes.


—¡Esto sí que es fina virtud de hijo de Dios!


Camino, 440


Que nadie nos sea indiferente


Los problemas de nuestros prójimos han de ser nuestros problemas. La fraternidad cristiana debe encontrarse muy metida en lo hondo del alma, de manera que ninguna persona nos sea indiferente. María, Madre de Jesús, que lo crió, lo educó y lo acompañó durante su vida terrena y que ahora está junto a El en los cielos, nos ayudará a reconocer a Jesús que pasa a nuestro lado, que se nos hace presente en las necesidades de nuestros hermanos los hombres.


Es Cristo que pasa, 145


Con obras y de verdad


Si no te veo practicar la bendita fraternidad, que de continuo te predico, te recordaré aquellas palabras entrañables de San Juan: "Filioli mei, non diligamus verbo neque lingua, sed opere et veritate" —Hijitos míos, no amemos con la palabra o con la lengua, sino con obras y de verdad.


Camino, 461


Propósito sincero: hacer amable y fácil el camino a los demás, que bastantes amarguras trae consigo la vida.


Surco, 63


Cuando te cueste prestar un favor, un servicio a una persona, piensa que es hija de Dios, recuerda que el Señor nos mandó amarnos los unos a los otros.


—Más aún: ahonda cotidianamente en este precepto evangélico; no te quedes en la superficie. Saca las consecuencias —bien fácil resulta—, y acomoda tu conducta de cada instante a esos requerimientos.


Surco, 727