Hoy la cruz de palo del Oratorio
de Sutó amaneció con flores rojas. Este domingo la Iglesia celebra la Exaltaciòn de la Santa Cruz En este día es costumbre adornar la cruz con flores y
recordar que: “Cuando veas una pobre Cruz de palo, sola, despreciable y sin
valor... y sin Crucifijo, no olvides que esa Cruz es tu Cruz: la de cada día,
la escondida, sin brillo y sin consuelo..., que está esperando el Crucifijo que
le falta: y ese Crucifijo has de ser tú. Camino
Jesucristo, que era de condición
divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar
celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de
servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto
humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de
cruz. San Pablo a los cristianos de
Filipos, 2, 6-11
Hacia el año 320 la Emperatriz
Elena de Constantinopla encontró la Vera Cruz, la cruz en que murió Nuestro
Señor Jesucristo. Años después, el rey Cosroes II de Persia, en el 614 invadió
y conquistó Jerusalén y se llevó la Cruz. Pero en el 628 el emperador Heraclio
recuperó la Cruz y la llevó de nuevo a Jerusalén el 14 de septiembre de ese
mismo año. Para ello se realizó una ceremonia en la que la Cruz fue llevada en
persona por el emperador a través de la ciudad. Desde entonces, ese día quedó
señalado en los calendarios litúrgicos como el de la Exaltación de la Vera
Cruz.
“¡Dios hace este recorrido por
amor! No hay otra explicación: sólo el amor hace estas cosas. Hoy miramos la
Cruz, historia del hombre e historia de Dios. Miramos esta Cruz, donde se puede
probar esa miel de aloe, esa miel amarga, esa dulzura amarga del sacrificio de
Jesús. Pero este misterio es tan grande y nosotros solos no podemos ver bien
este misterio, no tanto para comprender, sí, comprender..., sino sentir
profundamente la salvación de este misterio. Ante todo el misterio de la Cruz.
Sólo se puede comprender un poquito de rodillas, en la oración, pero también a
través de las lágrimas: son las lágrimas las que nos acercan a este misterio”. Papa
Francisco, Homilía Casa Santa Marta, 14 de septiembre de 2013.
Al celebrar la fiesta de la
Exaltación de la Santa Cruz, suplicaste al Señor, con todas las veras de tu
alma, que te concediera su gracia para "exaltar" la Cruz Santa en tus
potencias y en tus sentidos... ¡Una vida nueva! Un resello: para dar firmeza a
la autenticidad de tu embajada..., ¡todo tu ser en la Cruz! —Veremos, veremos.Forja,
517
Señal de victoria
Hay en el ambiente una especie de
miedo a la Cruz, a la Cruz del Señor. Y es que han empezado a llamar cruces a
todas las cosas desagradables que suceden en la vida, y no saben llevarlas con
sentido de hijos de Dios, con visión sobrenatural (...).
En la Pasión, la Cruz dejó de ser
símbolo de castigo para convertirse en señal de victoria. La Cruz es el emblema
del Redentor: in quo est salus, vita et resurrectio nostra: allí está nuestra
salud, nuestra vida y nuestra resurrección. Via Crucis, II estación, n. 5.
La forja de la Cruz, Cada día un
poco más —igual que al tallar una piedra o una madera—, hay que ir limando
asperezas, quitando defectos de nuestra vida personal, con espíritu de
penitencia, con pequeñas mortificaciones, que son de dos tipos: las activas
—ésas que buscamos, como florecicas que recogemos a lo largo del día—, y las
pasivas, que vienen de fuera y nos cuesta aceptarlas. Luego, Jesucristo va
poniendo lo que falta. —¡Qué Crucifijo tan estupendo vas a ser, si respondes
con generosidad, con alegría, del todo! Forja, 403
Los verdaderos obstáculos que te
separan de Cristo —la soberbia, la sensualidad...—, se superan con oración y
penitencia. Y rezar y mortificarse es también ocuparse de los demás y olvidarse
de sí mismo. Si vives así, verás cómo la mayor parte de los contratiempos que
tienes, desaparecen. Via Crucis, estación X, n. 4
El camino de nuestra
santificación personal pasa, cotidianamente, por la Cruz: no es desgraciado ese
camino, porque Cristo mismo nos ayuda y con Él no cabe la tristeza
Una conquista
Precisamente, esa admisión
sobrenatural del dolor supone, al mismo tiempo, la mayor conquista. Jesús,
muriendo en la Cruz, ha vencido la muerte; Dios saca, de la muerte, vida. La
actitud de un hijo de Dios no es la de quien se resigna a su trágica desventura,
es la satisfacción de quien pregusta ya la victoria. En nombre de ese amor
victorioso de Cristo, los cristianos debemos lanzarnos por todos los caminos de
la tierra, para ser sembradores de paz y de alegría con nuestra palabra y con
nuestras obras. Hemos de luchar —lucha de paz— contra el mal, contra la
injusticia, contra el pecado, para proclamar así que la actual condición humana
no es la definitiva; que el amor de Dios, manifestado en el Corazón de Cristo,
alcanzará el glorioso triunfo espiritual de los hombres. Es Cristo que pasa, 168
La alegría en la Cruz
Recordad las palabras de Cristo:
si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, lleve su cruz cada
día y sígame. ¿Lo veis? La cruz cada día. Nulla dies sine cruce!, ningún día
sin Cruz: ninguna jornada, en la que no carguemos con la cruz del Señor, en la
que no aceptemos su yugo. Por eso, no he querido tampoco dejar de recordaros
que la alegría de la resurrección es consecuencia del dolor de la Cruz.
No temáis, sin embargo, porque el
mismo Señor nos ha dicho: venid a mí todos los que andáis agobiados con
trabajos, que yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí,
que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis el reposo para vuestras almas; porque
mi yugo es suave y mi carga ligera. Venid —glosa San Juan Crisóstomo—,no para
rendir cuentas, sino para ser librados de vuestros pecados; venid, porque yo no
tengo necesidad de la gloria que podáis procurarme: tengo necesidad de vuestra
salvación... No temáis al oír hablar de yugo, porque es suave; no temáis si
hablo de carga, porque es ligera.
El camino de nuestra
santificación personal pasa, cotidianamente, por la Cruz: no es desgraciado ese
camino, porque Cristo mismo nos ayuda y con El no cabe la tristeza. In lætitia,
nulla dies sine cruce!, me gusta repetir; con el alma traspasada de alegría,
ningún día sin Cruz. Es Cristo que pasa, 176
La paciencia y la Cruz
Y quizá sobre tu mesa, o en un
lugar discreto que no llame la atención, pero que a ti te sirva como
despertador del espíritu contemplativo, colocas el crucifijo, que ya es para tu
alma y para tu mente el manual donde aprendes las lecciones de servicio
En la segunda tentación, cuando
el diablo le propone que se arroje desde lo alto del Templo, rechaza Jesús de
nuevo ese querer servirse de su poder divino. Cristo no busca la vanagloria, el
aparato, la comedia humana que intenta utilizar a Dios como telón de fondo de
la propia excelencia. Jesucristo quiere cumplir la voluntad del Padre sin adelantar
los tiempos ni anticipar la hora de los milagros, sino recorriendo paso a paso
el duro sendero de los hombres, el amable camino de la Cruz. Es
Cristo que pasa, 61
Possumus!, podemos vencer también
esta batalla, con la ayuda del Señor. Persuadíos de que no resulta difícil
convertir el trabajo en un diálogo de oración(...). Porque nos invade la
certeza de que El nos mira, de paso que nos pide un vencimiento nuevo: ese
pequeño sacrificio, esa sonrisa ante la persona inoportuna, ese comenzar por el
quehacer menos agradable pero más urgente, ese cuidar los detalles de orden,
con perseverancia en el cumplimiento del deber cuando tan fácil sería
abandonarlo, ese no dejar para mañana lo que hemos de terminar hoy: ¡Todo por
darle gusto a El, a Nuestro Padre Dios! Y quizá sobre tu mesa, o en un lugar
discreto que no llame la atención, pero que a ti te sirva como despertador del
espíritu contemplativo, colocas el crucifijo, que ya es para tu alma y para tu
mente el manual donde aprendes las lecciones de servicio. Amigos de Dios, 67
Para que todos se salven
Hemos de hacer vida nuestra la
vida y la muerte de Cristo. Morir por la mortificación y la penitencia, para
que Cristo viva en nosotros por el Amor. Y seguir entonces los pasos de Cristo,
con afán de corredimir a todas las almas.
Dar la vida por los demás. Sólo
así se vive la vida de Jesucristo y nos hacemos una misma cosa con El. Via
Crucis, estación XIV, n.14
Si te decides a entrar por estos
caminos de contemplación, enseguida te sentirás amigo del Maestro, con el
divino encargo de abrir los senderos divinos de la tierra a la humanidad entera
El Señor nos ha regalado la vida,
los sentidos, las potencias, gracias sin cuento: y no tenemos derecho a olvidar
que somos un obrero, entre tantos, en esta hacienda, en la que Él nos ha
colocado, para colaborar en la tarea de llevar el alimento a los demás. Este es
nuestro sitio: dentro de estos límites; aquí hemos de gastarnos diariamente con
Él, ayudándole en su labor redentora.Amigos de Dios, 49
Si te decides —sin rarezas, sin
abandonar el mundo, en medio de tus ocupaciones habituales— a entrar por estos
caminos de contemplación, enseguida te sentirás amigo del Maestro, con el
divino encargo de abrir los senderos divinos de la tierra a la humanidad
entera. Sí, con esa labor tuya contribuirás a que se extienda el reinado de
Cristo en todos los continentes. Y se sucederán, una tras otra, las horas de
trabajo ofrecidas por las lejanas naciones que nacen a la fe, por los pueblos
de oriente impedidos bárbaramente de profesar con libertad sus creencias, por
los países de antigua tradición cristiana donde parece que se ha oscurecido la
luz del Evangelio y las almas se debaten en las sombras de la ignorancia...
Entonces, ¡qué valor adquiere esa hora de trabajo!, ese continuar con el mismo
empeño un rato más, unos minutos más, hasta rematar la tarea. Conviertes, de un
modo práctico y sencillo, la contemplación en apostolado, como una necesidad
imperiosa del corazón, que late al unísono con el dulcísimo y misericordioso Corazón
de Jesús, Señor Nuestro. Amigos de Dios, 67
La cruz de Cristo siempre con vos
La cruz de Cristo conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo en mí, Cristo por encima de mí, Cristo por debajo de mí, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda, Cristo cuando me levanto, Cristo cuando me acuesto, Cristo en cada corazón que piensa en mí, Cristo en cada boca que me habla, Cristo en cada ojo que me mira, Cristo en cada oído que me escucha. Hoy me ciño con la cruz y con de la fuerza poderosa de la invocación a la Trinidad, de la fe en Dios, uno y trino, Creador del universo. Interpretaciòn de San Patricio
La cruz de Cristo siempre con vos
La cruz de Cristo conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo en mí, Cristo por encima de mí, Cristo por debajo de mí, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda, Cristo cuando me levanto, Cristo cuando me acuesto, Cristo en cada corazón que piensa en mí, Cristo en cada boca que me habla, Cristo en cada ojo que me mira, Cristo en cada oído que me escucha. Hoy me ciño con la cruz y con de la fuerza poderosa de la invocación a la Trinidad, de la fe en Dios, uno y trino, Creador del universo. Interpretaciòn de San Patricio