Cada 3 de enero la Iglesia celebra el Día del Santísimo
Nombre de Jesús. “Éste es aquel santísimo nombre anhelado por los patriarcas,
esperado con ansiedad, demandado con gemidos, invocado con suspiros, requerido
con lágrimas, donado al llegar la plenitud de la gracia”, decía San Bernardino
de Siena.
“Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y
se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes
de su concepción” (Lc. 2, 21).
La palabra Jesús es la forma latina del griego “Iesous”, que
a su vez es la transliteración del hebreo “Jeshua” o “Joshua” o también
“Jehoshua”, que significa “Yahveh es salvación”.
El Santísimo Nombre de Jesús comenzó a ser venerado en las
celebraciones litúrgicas del siglo XIV. San Bernardino de Siena y sus
discípulos propagaron el culto al Nombre de Jesús. En 1530 el Papa Clemente VII
concedió por primera vez a la Orden Franciscana la celebración del Oficio del
Santísimo Nombre de Jesús.
San Bernardino solía llevar una tablilla que mostraba la
Eucaristía con rayos saliendo de ella y, en el medio, se veía el monograma
“IHS”, abreviación del Nombre de Jesús en griego (ιησουσ).
Más adelante la tradición devocional le añade un significado
a las siglas: "I", Iesus (Jesús), "H", Hominum (de los hombres),
"S", Salvator" (Salvador). Juntos quieren decir “Jesús, Salvador
de los hombres”.
San Ignacio de Loyola y los jesuitas hicieron de este
monograma el emblema de la Compañía de Jesús.
El Nombre de Jesús,
invocado con confianza:
-Brinda ayuda en las necesidades corporales, según la promesa
de Cristo: "En mi nombre agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban
veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán
bien" (Mc. 16,17-18). En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a
los lisiados (Hch. 3,6; 9,34) y vida a los muertos (Hch. 9,40).
-Da consuelo en las pruebas espirituales. El Nombre de Jesús
le recuerda alpecador el padre del hijo pródigo y del buen samaritano; al justo
le recuerda el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.
-Nos protege de Satanás y sus artimañas, ya que el diablo le
teme al Nombre de Jesús, quien lo ha vencido en la Cruz.
-En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en
el tiempo y laeternidad, pues Cristo dijo: "lo que pidan al Padre se los
dará en mi nombre." (Jn.16,23). Por lo tanto, la Iglesia concluye todas
sus oraciones con las palabras: "Por Jesucristo Nuestro Señor", etc.
Así se cumple la palabra de San Pablo: "Para que al
nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los
abismos." (Flp. 2,10).
San Josemarìa nos ayuda hoy hacer la oración con estos
pensamientos que hacen referencia al Nombre de Jesùs
Pierde el miedo a llamar al Señor por su nombre -Jesús- y a
decirle que le quieres. Camino, 303
Si amamos a Cristo, si lo seguimos sinceramente, si no nos
buscamos a nosotros mismos sino sólo a Él, en su nombre podremos transmitir a otros,
gratis, lo que gratis se nos ha concedido. Amigos de Dios, 262
¡Poder de tu nombre, Señor! —Encabecé mi carta, como suelo:
"Jesús te me guarde". —Y me escriben: "El ¡Jesús te me guarde!
de su carta ya me ha servido para librarme de una buena. Que Él les guarde
también a todos". Camino, 312
Aquella mañana —para superar la sombra de pesimismo que te
asaltaba— también insististe, como haces a diario..., pero te
"metiste" más con tu Ángel. Le echaste piropos y le dijiste que te
enseñara a amar a Jesús, siquiera, siquiera, como le ama él... Y te quedaste
tranquilo.
Forja, 271
Cuentan de un alma que, al decir al Señor en la oración
"Jesús, te amo", oyó esta respuesta del cielo: "Obras son amores
y no buenas razones". Piensa si acaso tú no mereces también ese cariñoso
reproche.
Camino, 933
Decía un alma de oración: en las intenciones, sea Jesús
nuestro fin; en los afectos, nuestro Amor; en la palabra, nuestro asunto; en
las acciones, nuestro modelo.
Camino, 271
Siempre nos acompaña
Se termina el trayecto al encontrar la aldea, y aquellos dos
que —sin darse cuenta— han sido heridos en lo hondo del corazón por la palabra
y el amor del Dios hecho Hombre, sienten que se vaya. Porque Jesús les saluda
con ademán de continuar adelante. No se impone nunca, este Señor Nuestro.
Quiere que le llamemos libremente, desde que hemos entrevisto la pureza del
Amor, que nos ha metido en el alma. Hemos de detenerlo por fuerza y rogarle:
continúa con nosotros, porque es tarde, y va ya el día de caída, se hace de
noche.
Así somos: siempre poco atrevidos, quizá por insinceridad, o
quizá por pudor. En el fondo, pensamos: quédate con nosotros, porque nos rodean
en el alma las tinieblas, y sólo Tú eres luz, sólo Tú puedes calmar esta ansia
que nos consume. Porque entre las cosas hermosas, honestas, no ignoramos cuál
es la primera: poseer siempre a Dios.
Y Jesús se queda. Se abren nuestro ojos como lo de Cleofás y
su compañero, cuando Cristo parte el pan; y aunque Él vuelva a desaparecer de
nuestra vista, seremos también capaces de emprender de nuevo la marcha
—anochece—, para hablar a los demás de Él, porque tanta alegría no cabe en un
pecho solo. Camino de Emaús. Nuestro Dios ha llenado de dulzura este nombre. Y
Emaús es el mundo entero, porque el Señor ha abierto los caminos divinos de la
tierra.
Amigos de Dios, 314
Si buscáis a María, encontraréis a Jesús. Y aprenderéis a
entender un poco lo que hay en ese corazón de Dios que se anonada, que renuncia
a manifestar su poder y su majestad, para presentarse en forma de esclavo
Por amor y para enseñarnos a amar, vino Jesús a la tierra y
se quedó entre nosotros en la Eucaristía. Como hubiese amado a los suyos que
vivían en el mundo, los amó hasta el fin.
Es Cristo que pasa, 151