"Hago todos los días mi "ratito" de oración: ¡si no fuera por eso!" (Camino, 106)

6 de diciembre de 2021

SAN NICOLAS



 EVANGELIO San Marcos 1,1-8. Misa san Nicolàs


Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.

Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos, así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados. Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:

“Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.

Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.


PARA TU RATO DE ORACIÒN


Ademàs de ser el patrono de los niños y ser el que en los Países bajos comienza la Navidad llevando regalos y letras de chocolate a los niños holandeses y belgas acompañado de sus pajes los pedros negrso que llegan a los puertos de estos países procedentes de España. Y coca-cola copio esta figura para hacer el famosísimo Papa Noel.

Es el patrono del Opus Dei  relacionado con los temas económicos para que las labores de la Obra tengan recursos para funcionar, o sea que hoy es un buen día para hacer si quieres una aportaciòn economica para ayudar a la Obra en sus necesidades.


San Nicolás de Bari

Fue nombrado obispo de Mira y se considera que posiblemente participó en el Concilio de Nicea en el año 325. Existe la creencia popular de que san Nicolás realizó grandes obras de caridad a lo largo de toda su vida.


En 1934 el Fundador acudió a la intercesión de san Nicolás de Bari: «Un día estaba en el Patronato Real de Santa Isabel, del que era Rector (...). Iba a celebrar la Misa, y tenía unos apuros económicos tremendos; dije, como San Nicolás es el santo de las dificultades económicas, y el santo de casar las incasables... ¡si me sacas de esto, te nombro Intercesor! Pero antes de subir al altar, me arrepentí y añadí: y si no me sacas, te nombro igual». En efecto, san Josemaría nombró a san Nicolás de Bari intercesor para las cuestiones económicas del Opus Dei.

San Nicolás de Bari vivió en el siglo III. Su fiesta se celebra el 6 de diciembre.

Refiriéndose al mes de diciembre de 1934, san Josemaría Escrivá de Balaguer anotó en sus Apuntes íntimos: «El día de san Nicolás de Bari prometí al santo obispo, en el momento de subir yo al altar para decir la Misa, que, si se resuelve nuestra situación económica, en la Casa del Ángel Custodio, le nombraré administrador de la Obra de Dios»7

. Inmediatamente —glosará Álvaro del Portillo—, «pensando que había sido poca generosidad la suya, añadió: “Aunque ahora no me oigas, serás el patrono de nuestra administración económica”»8

.Este nombramiento de san Nicolás quedó reseñado en el Diario de la Academia-Residencia DYA: «S. Nicolás de Bari, Obispo. —Nos dijo el Padre que por la mañana, al terminar de dar la S. Comunión, en su convento, viendo que el santo de hoy es S. Nicolás, se dirigió a él y le puso como abogado nuestro para la parte administrativa, para que por medio de él, salgamos adelante de este asunto. Se quedó en que en todas nuestrasfuturas casas habrá una imagen de S. Nicolás en la habitación del administrador o cuarto de administración. ¡A ver cómo se porta este abogado!»10

.

El 19 de enero de 1935, en carta dirigida a su amigo, el sacerdote HeliodoroGil, le informaba: «¿Sabes que san Nicolás de Bari es... nada menos que el Administrador General de la Obra de Dios? ¡Menuda le ha caído encima!»11

.

Muchos años después, en 1968, san Josemaría evocaría el nombramiento: «Un día estaba en el Patronato Real de Santa Isabel, del que era Rector12: prácticamente, todos los Rectores de allí solían terminar en grandes cargos eclesiásticos. Iba a celebrar la Misa, y tenía unos apuros económicos tremendos; dije: como san Nicolás es el santo de las dificultades económicas, y el santo de casar las incasables… si me sacas de esto, ¡te nombro patrono! Pero antes de subir al altar, me arrepentí y añadí: y si no me sacas, te nombro igual. El apuro económico era grande; materialmente quizá sería poco; pero sería el que hoy supondrían bastantes millones»13

.

Con independencia de que en los textos citados se le llame, indistintamente, «patrono», «abogado» y «administrador», en la terminología definitiva san Nicolás será uno de los santos intercesores del Opus Dei: el primero cronológicamente, pues los demás —san Pío X, san Juan Bautista María Vianney, santo Tomás Moro y santa Catalina de Siena—, serían designados como tales posteriormente, a partir de la década de los años cincuenta. Los santos intercesores no constituyen propiamente modelos para los fieles de la prelatura, sino protectores a los que se encomiendan campos específicos concretamente, a san Nicolás se le confían las necesidades económicas que se presentan al emprender, sostener y desarrollar los apostolados que llevan a cabo los fieles del Opus Dei.

Según es bien sabido, a ese género de asuntos —financieros— pertenecen buena parte de las intervenciones que, durante su vida, protagonizara san Nicolás14.  Aunque se trate de un santo muy milagroso, los episodios másconocidos de su biografía no responden a milagros, sino a gestiones hábilmente llevadas: con el fin de impedir que un padre en apuros rostituyese a sus tres hijas, el santo obispo les hizo llegar el dinero suficiente para dotar a todas ellas; con su autoridad moral consiguió, en época de hambruna, persuadir al capitán de un barco cargado de trigo con destino a Constantinopla para que dejase parte de la mercancía en Myra; y supo negociar, satisfactoriamente, con el emperador una rebaja fiscal en beneficio de sus feligreses.

El objetivo de estas páginas, es enmarcar históricamente las circunstancias en que se realizó el nombramiento del santo como intercesor; sus antecedentes y su continuidad en la devoción de san Josemaría.

Antecedentes

El 9 de febrero de 1975, en la casa de retiros de Altoclaro (Caracas, Venezuela), formularon a san Josemaría una pregunta sobre los problemas económicos que, por lo común, suelen llevar consigo todas las iniciativas de carácter apostólico. Respondió aludiendo a la primera ocasión en que había recurrido al obispo de Myra:

En Madrid, en la Plaza de Antón Martín, está la parroquia de San Nicolás. Allí fui yo la primera vez que invoqué a san Nicolás para darle un sablazo15

. Y sigo pidiendo, pero continúo tranquilo y sereno. El Señor bendecirá vuestras labores personales y, además, os sacará de los apuros económicos que tenéis en las obras de apostolado. No te preocupes: no he visto nunca un fracaso por ese motivo, cuando hay amor de Dios. Conque ¡adelante!16

Fue una de las últimas ocasiones, unos meses antes de fallecer, en que san Josemaría se refirió en público a san Nicolás.

La parroquia madrileña que menciona es la predecesora de la que actualmente se sigue denominando de El Salvador y San Nicolás17 . Desde 1891 se alojaba en la que fuera iglesia del antiguo hospital de Nuestra Señora del Amor de Dios, fundado en 1552 por el venerable Antón Martín, discípulo y sucesor de san Juan de Dios, en la plaza —llamada precisamente de Antón Martín— donde hoy desemboca la calle del Amor de Dios en la de Atocha18

. La fábrica del templo donde dio su sablazo san Josemaría era muy posterior a la fundación del hospital: databa, concretamente, de 1798. Sería quemada en los comienzos de la guerra civil española19

.No se sabe con precisión ni la fecha ni el motivo de aquel primer recurso alsanto.

Con el fin de pergeñar alguna conjetura, cabe señalar que, desde mayo de 1931, san Josemaría vivía, con su familia, en una casa de la calle de Viriato número 22, propiedad de las Damas Apostólicas, con cuyo Patronato de Enfermos hacía varios años colaboraba sacerdotalmente. Esta asistencia duró hasta finales de octubre de aquel año20. Un mes antes había comenzado a frecuentar el barrio en que se encuentra la plaza de Antón Martín. En efecto, el día 21 de septiembre celebró la Misa por primera vez en la iglesia del Patronato de Santa Isabel. A partir de esa fecha y, hasta que fue nombrado su rector a finales de 1934, actuó como capellán efectivo del Patronato. El trayecto a pie desde Santa Isabel a la parroquia de El Salvador y San Nicolás lleva solo cinco minutos, y no parece arriesgado suponer que la visitara con cierta frecuencia. De hecho, no le faltaban motivos para recurrir al santo obispo21

.

Una de esas ocasiones muy bien pudo estar relacionada con el alquiler de un piso, el 9 de diciembre de 1932. La vivienda de la calle de Viriato, donde residían hasta entonces los Escrivá, era sumamente pequeña. Tanto, que san Josemaría no podía reunir allí a los jóvenes que se iban incorporando al Opus Dei, ni a los muchos otros que dirigía espiritualmente. Por eso se trasladó, con su familia, al paseo del General Martínez Campos, número 4 (principal izquierda). Para alquilar este piso hubo de conseguir un crédito.

Pero el problema permanente era el de la renta: 1.380 pesetas anuales, pagaderas por meses adelantados. Las 115 pesetas mensuales eran un alquiler probablemente justo, pero inexorable: según el contrato, un retraso de cuatro días en el pago era causa suficiente para incoar el desahucio. Todo ello debió de ser ocasión para visitar la parroquia de El Salvador y San Nicolás.

Algo parecido, pero en mayor escala, sucedió un año después. En diciembre de 1933 alquilaba san Josemaría otro local en la calle de Luchana, número 33 (hoy 29) entresuelo, esquina con la de Juan de Austria, donde instaló la Academia DYA22 . La bendijo el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción. Las iniciales coincidían con las materias —Derecho y Arquitectura— que allí se podrían estudiar. En rigor, y sobre todo, se trataba de un centro cultural y de formación cristiana. Para establecerlo legalmente, hubo que gastar en los derechos fiscales, por licencia de apertura, todo el dinero disponible. Por otra parte, las aportaciones de los estudiantes que frecuentaban DYA no llegaban a cubrir el importe del alquiler mensual. Ya el simple pago de la luz suponía un auténtico quebradero de cabeza. Por carecer, carecían incluso del dinero suficiente para comprar un elemental reloj de pared. De hecho, pagos más perentorios hicieron desaparecer, varias veces, los donativos recibidos para su adquisición (finalmente le regalaron no ya su precio, sino el reloj mismo). Así, pues, sobraban razonespara sablear a san Nicolás23

.

En medio de todas esas dificultades económicas, sin haber transcurrido un mes desde la inauguración de DYA (y cuando algunos amigos sacerdotes le aconsejaban encarecidamente que la cerrase, por considerarla insostenible), el 6 de enero de 1934 san Josemaría propuso a los miembros de la Obra la conveniencia de buscar un local mayor, para establecer en él, además de la academia, una residencia de estudiantes: esto permitiría instalar un oratorio, con sagrario, en el que estuviese reservado el Santísimo Sacramento24

.

Para resolver los problemas, san Josemaría, además de rezar, ponía todos los medios humanos a su alcance. Así, con fecha 26 de enero presentaba una solicitud al Ministerio de Trabajo —del que administrativamente dependía el Patronato de Santa Isabel— para utilizar la vivienda delcapellán, lo que supondría un cierto alivio económico25. A fin de cuentas, Josemaría Escrivá venía desempeñando de hecho esa capellanía desde 1931. Cinco días después, el 31 de enero, la Dirección general correspondiente respondió en términos afirmativos. Pero una serie de circunstancias26 dilataron hasta finales de verano el traslado de los Escrivá a Santa Isabel27

.

A principios de agosto, san Josemaría y los jóvenes que frecuentaban los

medios de formación espiritual que impartía el fundador buscaban casas o

pisos libres por todo Madrid. Por fin encontraron tres pisos grandes y bien

situados, en la calle de Ferraz número 50, donde podrían establecerse la

academia y la residencia de estudiantes. El problema era que, para firmar el

contrato de alquiler y amueblar la casa, calculaban que les eran

indispensables unas 25.000 pesetas. Pareció que el escollo se estaba

superando, pero el 6 de septiembre todavía les faltaban 15.000 pesetas que

no sabían de dónde sacar28

.

El 16 de septiembre de 1934, san Josemaría salió de Madrid para Fonz,

donde se encontraban su madre y hermanos, con objeto de continuar las

gestiones de venta de las fincas que les correspondían por herencia después

de la muerte, el año anterior, de mosén Teodoro. Pasó la noche en Monzón

y al día siguiente, ya en Fonz, pensó que había llegado, por fin, el momento

de plantear el problema económico a la familia, y hablarles de la Obra29

.

Unos días después escribía: «Enseguida, los tres vieron como cosa natural

que se empleara en la Obra el dinero suyo. Y esto, —¡gloria a Dios!—, con

tanta generosidad que, si tuvieran millones, los darían lo mismo30

.

En esa misma carta relataba por menudo a los miembros del Opus Dei de

Madrid:

Siguiendo un orden cronológico, brevemente, quiero contaros todas mis

andanzas. Veréis: Al cuarto de hora de llegar a este pueblo (escribo en

Fonz, aunque echaré estas cuartillas, al correo, mañana en Barbastro),

hablé a mi Madre y a mis hermanos, a grandes rasgos, de la Obra.

¡Cuánto había importunado para este instante, a nuestros amigos del

Cielo! Jesús hizo que cayera muy bien. Os diré, a la letra, lo que me

contestaron. Mi Madre: «bueno, hijo: pero no te pegues ni me hagas mala

cara». Mi hermana: «ya me lo imaginaba, y se lo había dicho a mamá».

El pequeño: «si tú tienes hijos..., han de tenerme mucho respeto los

muchachos, porque yo soy... ¡su tío! [...].

Vamos a hablar de ese estiércol del diablo, que es el dinero: creía mi

Madre que podría sacar 35 ó 40.000 ptas. [...].

En resumen: mañana bajo a Barbastro con Guitín [su hermano Santiago]

—desde allí iré a Monzón a hablar con vosotros, porque en Barbastro de

todo se enteran— y el Sr. Juez me ha prometido que el día uno de octubre

se acaba todo el papeleo, a Dios gracias.

Naturalmente, procuraré que se venda el martes o miércoles próximos —

antes, imposible—, y se girará lo que sea [...].

Mientras: ¿por qué no intentáis comprar muebles, como se hace

corrientemente con las fábricas, a pagar en 30 días o en más?

Desde luego, yo no me muevo de aquí, sin el dinero ¡cueste lo que

cueste!

A otra cosa: están conformes en que duerma en la Academia y me lleve

allí todos los chismes de mi cuarto. Así se llevan la criada que tienen

aquí, que de otro modo no podrían llevarse, por no tener habitación»31

.

La relación entre este episodio y la invocación a san Nicolás es también

conjetural. Además, el dinero obtenido de la venta de las fincas heredadas

no comenzó a llegar a la familia hasta marzo del año siguiente y en cantidad

muy inferior a la que habían calculado inicialmente32

. Pero la peripecia

muy bien podría encuadrarse entre los sablazos al santo, ocurridas tres

meses de su nombramiento como intercesor.

Sea de ello lo que fuere, los apuros continuaron, pero se fueron rellenando

los huecos pendientes gracias a los aportes de los miembros de la Obra y a

préstamos de dinero de conocidos. Se amuebló lo más imprescindible de la

residencia, se compró el menaje de cocina y vajilla… El propio san

Josemaría recordará muchos años después:

Teníamos ropa, que me habían dado unos grandes almacenes33 a crédito,

para pagarla cuando pudiera. Y no teníamos armarios para guardarla. En

el suelo habíamos puesto con mucho cuidado unos papeles de periódico,

y encima la ropa: cantidades inmensas [...]. Pues me traje del Rectorado

de Santa Isabel un acetre con agua bendita y un hisopo. Mi hermana

Carmen me había hecho un roquete espléndido [...]. También me traje de

Santa Isabel una estola y un ritual, y fui bendiciendo la casa vacía: con

una solemnidad y alegría, ¡con una seguridad!34

Por un corte de fluido eléctrico, la bendición hubo de oficiarse a la luz de

unos cabos de vela. Las habitaciones solo se irían instalando a medida que

se incorporasen los residentes.

Pero los residentes no llegaban. Y esta difícil situación proporcionó el

detonante para el nombramiento de san Nicolás.

El día 5 de octubre de 1934, como reacción a la entrada en el gobierno de

las derechas (vencedoras en las últimas elecciones), estallaba en España la

llamada Revolución de Octubre. Aunque fue particularmente virulenta en

Asturias, también Madrid tuvo sus huelgas generales, con el consiguiente

retraso en el comienzo del curso universitario. A finales de mes, en DYA

había un único residente fijo; luego se incorporó un segundo. Solo con

cuentagotas se les fueron sumando algunos otros. No había dinero para

contratar empleados y, mientras los muchachos asistían a sus clases en la

universidad, san Josemaría en persona fregaba suelos y hacía las camas.

Pero, desde septiembre, el día 10 de cada mes constituía un verdadero

agobio: en esa fecha se tenían que pagar las 1.200 pesetas de la renta. Se

fueron abonando como se pudo. El 10 de noviembre se consiguió reunir la

cantidad precisa para pagar el alquiler mensual de la casa. Pero cuando se

acercaba el 10 de diciembre, el horizonte se mostraba verdaderamente

negro.

En este contexto, el 6 de diciembre de 1934 el obispo de Myra fue

constituido como santo intercesor del Opus Dei.

Después del nombramiento

Como se ve, las circunstancias no eran fáciles. Pero incluso en esos

momentos san Josemaría conservaba el buen humor.

Así, el 3 de enero de 1935 rellenó a mano, a nombre de san Nicolás, un

impreso de adscripción a la Academia (también Residencia) DYA. Se

conserva el original del documento35

. Como nombre y apellidos, figura

«San Nicolás de Bari (o[bispo] de Myra). Natural de Pátara de Licia».

Aunque están tachadas del formulario las palabras «provincia de», se pone

«(Asia Menor)». Como fecha de nacimiento, se indica «año 270». Y se dice

que celebra su santo «el 6 de diciembre». Su domicilio es «la Gloria»; y el

teléfono, «la oración». De profesión: «Obispo». Títulos oficiales y

privados: «Obispo de Mira, Administrador General de la Obra de Dios».

Idiomas que traduce: «todos, a la perfección». En cuanto a conocimientos

de todo género —culturales, artísticos, deportivos, etc.— que posee, se

resumen en una palabra: «Dios». También se resumen las asociaciones —

profesionales, benéficas, etc.— a que pertenece: «O. de D.» [Obra de Dios].

Esto coincide con su «ocupación actual»: «Administrar la O. de D.» Firma

la ficha «Escrivá» (quien lo hace «¿P.O.?»; es decir, «por orden» o por

delegación). En el reverso hay un espacio para «Observaciones», donde

anotó san Josemaría: «Presentado por José María Escrivá». Seguidamente

hace un resumen biográfico del santo: «Padeció S. Nicolás persecución,

bajo los emperadores Diocleciano y Maximiano, que lo desterraron. Volvió

a su sede episcopal, por mandato de Constantino. Asistió al Concilio

Niceno. Su cuerpo se conserva, con gran veneración, en Bari (Italia), donde

fue trasladado el año 1087».

El documento era, simplemente, un modo divertido para dejar constancia

escrita del nombramiento efectuado hacía pocas semanas.

El título de intercesor implica en el caso de san Nicolás, entre otras cosas,

que en todos los centros del Opus Dei se celebrará cada año con cierto

realce la fiesta del santo obispo, de quien habrá —en lugar conveniente y

digno— una imagen con la invocación «Sancte Nicoläe: curam domus age»

(san Nicolás, cuida de la casa).

En enero de 1936, los miembros de la Obra colocaron un cuadro de san

Nicolás de Bari en el oratorio y encendieron dos lamparillas para pedirle

una nueva sede, más grande de la que la tenían36

.

En 1939, recién terminada la guerra española, cuando la vivienda del rector

de Santa Isabel era el único local disponible para el trabajo apostólico del

Opus Dei, una de las primeras cosas que consiguió san Josemaría fue,

precisamente, un cuadro de san Nicolás37

. A este siguieron otros, para los

nuevos centros que se inauguraban. Para el que se abrió en octubre de 1940,

en la calle Diego de León, número 14, Escrivá compró personalmente un

busto-relicario del santo que, después de las obras y remodelaciones del

inmueble, todavía permanece en su vestíbulo.

En aquel mismo año (1939), san Josemaría encomendó algunas

responsabilidades a los miembros más veteranos en el Opus Dei. De las

cuestiones económicas —contabilidad, instalaciones, etc.— encargó al

mayor, Isidoro Zorzano, que conocía muy bien cuál era en la Obra la tarea

de san Nicolás38

. Por eso, al comenzar a diario la brega con las cuentas,

besaba el crucifijo, lo colocaba sobre la mesa, e invocaba la protección del

santo myrense.

A los jóvenes secretarios de los centros recién abiertos, Isidoro Zorzano les

advertía cuál era el modo de que las cuentas cuadrasen: llevarlas al día.

También les tranquilizaba si, al despachar con ellos, los notaba preocupados

porque los números no cuadraban. En cierta ocasión descubrió el truco de

un inexperto contable para equilibrar los arqueos: el muchacho guardaba en

un sobre las pesetillas que le sobraban algunos meses, a fin de compensar

con ellas cuando faltase algo. De este modo, siempre iba todo al céntimo.

Lo que más divirtió a Zorzano fue saber el nombre que daba el chico a esa

reserva líquida: ¡el fondo de san Nicolás!

Zorzano solía gastar bromas sobre si san Nicolás tenía o no barba, porque

se representa de ambas formas en las distintas imágenes. El año 1943, en su

lecho de muerte, comentará bromista: «Una de las primeras cosas que haré

en cuanto llegue [al cielo] es hacer que me presenten a san Nicolás […].

¡Ahora sabré qué cara tiene!». «Estará —decía— enfadado con Fernando

[Delapuente]», que unas veces lo pintaba con barba y otras lampiño.

Después de salir de dudas, «tendré que explicarle muchas cosas a san

Nicolás... Él no sabe comprar cubiertos con el veinte por ciento de

descuento», comentaba refiriéndose a la compra que, según le han dicho, se

había efectuado ese mismo día. Al santo obispo habrá que informarle de

algunas cosas, dificultades económicas de la Obra, de las que «parece que

no ha querido enterarse». Cuando llegase al cielo —insistía—, «lo primero

que haré es verme con san Nicolás... Me parece que no ha acabado de ver el

problema. Le diré que nosotros no queremos nada», pues solo se le piden

medios para servir a las almas39

.

Años después, en 1946, san Josemaría viajó por primera vez a Roma. Con

temporadas de residencia en España y estancias o salidas a otros lugares,

allí permanecería hasta su muerte, en el año 1975. En abril de 1947 se

firmaba la compraventa en Roma de un edificio —Villa Tevere— como

sede central del Opus Dei. Durante años habría de alojar allí también,

provisionalmente, un centro de formación: el Colegio Romano de la Santa

Cruz, erigido el 29 de junio de 1948. Las obras de adaptación, ampliación,

etcétera, que no terminarían hasta 1960, supusieron una verdadera epopeya

económica para Josemaría Escrivá y Álvaro del Portillo: el vencimiento de

letras o créditos, el pago de los proveedores y el salario semanal de los

trabajadores constituían un auténtico tormento40

.

En esta tesitura, el fundador del Opus Dei decidió peregrinar a Bari para

comprometer, una vez más, a san Nicolás. Recién curado de la diabetes que

había sufrido durante años, en julio de 1954 hizo —acompañado por Álvaro

del Portillo— un viaje relámpago a la tumba del santo. «Nos dijo el Padre

que mañana marchan él y don Álvaro a Bari para decir la Santa Misa en el

sepulcro de san Nicolás»41

. El coche, conducido por Armando Serrano,

salió de Roma el día 6 de julio, para regresar —vía Nápoles— al día

siguiente. Para pasar la noche, habían reservado habitación en el Grande

Albergo delle Nazioni. A la vuelta de cincuenta años, el obispo prelado del

Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, comentará, que «estábamos con el agua

al cuello. No podíamos ni respirar, porque nos ahogábamos… Hizo el viaje

para rezar ante su tumba […] y pedirle que nos ayudase a cubrir los gastos

que necesitábamos afrontar. No teníamos dónde acudir»42

.

Al propio san Josemaría le quedó bien grabada la peregrinación:

¿Te acuerdas, Álvaro, qué apuros? Fuimos una vez, hace muchos años...

¡Hacía un calor! ¡Y qué coche tan malo llevábamos! Tremendo... Había

que empujar cada pocos kilómetros... Quisimos acercarnos donde estaban

las reliquias del santo. Unos buenos frailes dominicos habían hecho un

agujero en el relicario de madera antigua, y con un flexo de aquellos que

había antes en las oficinas, iluminaban el fondo y allí se veían los huesos.

¡Con qué devoción rezamos!, ¿verdad? Porque nos hacía mucha falta... Y

aquello se resolvió43

.

El día 7 de julio celebró la Misa en la basílica del santo, probablemente

sobre el altar de plata situado, entrando en el templo, a mano derecha44

.

A los pocos meses vino un gran alivio para las obras de Villa Tevere. No

haría falta sufrir el sobresalto de los pagos directos a los obreros,

proveedores o bancos, porque se firmó un contrato con la constructora

Castelli, que tenía suficiente envergadura para realizar de modo continuo

los trabajos sin agobiar con urgencias de cobro al contado.

A finales del mismo año (1954) se concluían algunos nuevos oratorios en

Villa Tevere. Uno de ellos, muy próximo a la entrada de la casa, está

dedicado precisamente a san Nicolás. Es más bien pequeño, de atmósfera

románico-bizantina. En el ábside, un mosaico45 representa al santo,

revestido de obispo y sedente, que bendice con su mano derecha. En la

izquierda sostiene un libro que lleva encima el chalet de Villa Tevere (la

llamada Villa Vecchia). En la base del altar, de piedra rugosa, se lee: «In

honorem Sancti Nicolai Episcopi A.D. MDCCCCLIIII». Tanto el mosaico

como la decoración de las paredes (ángeles, símbolos de san Nicolás,

alusiones a pasajes de su vida, etcétera) fueron llevados a cabo por alumnos

del Colegio Romano de la Santa Cruz. San Josemaría solía ir por allí, para

acompañar a los artistas y alentarles en la marcha de su trabajo.

Bari fue una de las primeras ciudades italianas a las que acudían

periódicamente miembros del Opus Dei para comenzar las actividades

apostólicas, que se iniciaron de modo estable en 1964.

Dos años después, en 1966, san Josemaría volvió a pasar por Bari, a su

regreso de un viaje a Grecia, con Álvaro del Portillo y Javier Echevarría. En

el puerto de Bríndisi les recogió un automóvil conducido por Javier Cotelo,

quien recordará que, a la vuelta del viaje a Grecia, el 13 de marzo de 1966,

«desde Bríndisi fuimos, por la carretera de la costa de Bari, donde

estuvimos paseando. Vimos primero a san Nicolás en la catedral basílica,

donde estuvimos rezando». Del Portillo puntualizará que «por Bari

pasamos, después de comer (comimos antes de llegar a Bari), y solo nos

detuvimos el tiempo necesario para rezar ante el santo». El obispo prelado

del Opus Dei corrobora: «No dormimos en Bari». Y Cotelo termina su

recuerdo: «Al día siguiente, en una sola etapa llegamos a Roma, pasando

por Foggia, Avellino y Nápoles, donde seguramente comimos»46

.

El día 1 de enero de 1973 participaban en una conversación familiar con san

Josemaría un grupo de jóvenes italianos. Uno de estos le preguntó qué

esperaba de ellos en el año que comenzaba. Por respuesta recibieron unas

palabras de aliento para el apostolado. Subrayaban que «hay mucha gente

estupenda en Italia, esperando que se les llame, como aquellos obreros que

estaban en la plaza pública sin trabajo, mano sobre mano, esperando que les

contrataran». Entonces dijo al autor de la pregunta: «¿Dónde vives tú

habitualmente?» «En Bari, Padre», respondió. Y Escrivá formuló un ruego:

«Te pido un favor: que vayas a hacer una visita en mi nombre a san Nicolás.

Y le dices, solamente una vez: Sancte Nicolaë: curam domus age». Y

añadió el comentario: «No es un latín muy clásico, pero es bonito: un latín

que viene del corazón»47

.

Después de su beatificación, la ciudad de Bari le dedicó una calle (viale).

En la placa correspondiente se le califica como «peregrino de san

Nicolás»48

.

Conclusiones

El contenido de lo expuesto puede ser resumido en tres conclusiones:

−San Nicolás de Bari fuel el primer santo nombrado intercesor del Opus

Dei, por san Josemaría Escrivá de Balaguer, el 6 de diciembre de 1934, en

un momento de particulares problemas económicos para desarrollar las

tareas apostólicas de la Obra. A su intercesión se encomienda

específicamente la solución de esas necesidades.

−Su nombramiento en la fecha indicada no constituyó, en absoluto, el

primer recurso a san Nicolás. Desde tiempo atrás había san Josemaría

invocado al santo obispo, en la madrileña parroquia de El Salvador y San

Nicolás, situada en la glorieta de Antón Martín, muy cerca del Real

Patronato de Santa Isabel.

−La devoción a san Nicolás siguió manifestándose en la vida de Josemaría

Escrivá, que acudió frecuentemente a su protección, e incluso peregrinó a la

basílica donde reposan los restos mortales del santo, en la ciudad italiana de

Bari. Aconsejó, asimismo, que también acudieran allí los miembros del

Opus Dei residentes en esa localidad.