"Hago todos los días mi "ratito" de oración: ¡si no fuera por eso!" (Camino, 106)

9 de septiembre de 2021

SEGUIR A CRISTO ESTE ES EL SECRETO

 


Evangelio (Lucas 6, 27-38)

Pero a vosotros que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen y rogad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla ofrécele también la otra, y al que te quite el manto no le niegues tampoco la túnica. Da a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Como queráis que hagan los hombres con vosotros, hacedlo de igual manera con ellos.Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores aman a quienes les aman. Y si hacéis el bien a quienes os hacen el bien, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores prestan a los pecadores para recibir otro tanto. Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada por ello; y será grande vuestra recompensa, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y con los malos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.

No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará; echarán en vuestro regazo una buena medida, apretada, colmada, rebosante: porque con la misma medida con que midáis se os medirá.


Comentario

Se ha dicho que el discurso de las Bienaventuranzas es como un autorretrato de Jesús. Y de modo particular da a conocer su corazón -el corazón del Hijo que todo lo ha recibido del Padre- cuando enseña cual debe ser el modo de vivir de los que le siguen.

Si queremos llegar a ser hijos del Altísimo tenemos bien claro el modelo: la misericordia, el perdón, la mansedumbre y al amor incluso a los enemigos.En Jesús, especialmente en su Pasión, resplandece de modo sublime esta actitud: la entrega silenciosa y orante de su vida muestra con hechos su doctrina. También ahora, sentado a la derecha del Padre, derrocha infinita misericordia con los pecadores y está siempre dispuesto al perdón. Es el Hijo del Altísimo.

Peroes muy alta la meta. Parece como un ideal inalcanzable.

Jesús es el Camino, así se define para nosotros. Y su Palabra no solo exhorta, consuela o transmite un mensaje, sino que sobre todo es Gracia. Esta heroica conducta pedida a los discípulos no es un imposible. Ha de ser recibida con fe, meditada en la fe, hecha propia, convencidos de que todas las cosas son posibles para el que cree. Entonces, seremos capaces de seguirle, de imitarle, de tenerle como referencia inmediata en nuestra conducta diaria al relacionarnos con el prójimo, en la vida familiar, en el trabajo, en la vida pública. Y transformaremos verdaderamente este mundo, tan lleno de indiferencia y de enfrentamientos.


PARA TU RATO DE ORACION


Para seguir las huellas de Cristo, el apóstol de hoy no viene a reformar nada, ni mucho menos a desentenderse de la realidad histórica que le rodea... —Le basta actuar como los primeros cristianos, vivificando el ambiente


Para seguir las huellas de Cristo, el apóstol de hoy no viene a reformar nada, ni mucho menos a desentenderse de la realidad histórica que le rodea... —Le basta actuar como los primeros cristianos, vivificando el ambiente

Surco, 320

Para seguir a Cristo, para servir a la Iglesia, para ayudar a los demás hombres a reconocer su destino eterno, no es indispensable abandonar el mundo o alejarse de él, ni tampoco hace falta dedicarse a una actividad eclesiástica; la condición necesaria y suficiente es la de cumplir la misión que Dios ha encomendado a cada uno, en el lugar y en el ambiente queridos por su Providencia.

Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, 60

Se vive de modo tan precipitado, que la caridad cristiana ha pasado a constituir un fenómeno raro, en este mundo nuestro; aunque —al menos de nombre— se predica a Cristo...

—Te lo concedo. Pero, ¿qué haces tú que, como católico, has de identificarte con El y seguir sus huellas?: porque nos ha indicado que hemos de ir a enseñar su doctrina a todas las gentes, ¡a todas!, y en todos los tiempos.

Surco, 728

Me dices que sí, que estás firmemente decidido a seguir a Cristo.

—¡Pues has de ir al paso de Dios; no al tuyo!

Forja, 531

Seguir a Cristo no significa refugiarse en el templo, encogiéndose de hombros ante el desarrollo de la sociedad, ante los aciertos o las aberraciones de los hombres y de los pueblos. La fe cristiana, al contrario, nos lleva a ver el mundo como creación del Señor, a apreciar, por tanto, todo lo noble y todo lo bello, a reconocer la dignidad de cada persona, hecha a imagen de Dios, y a admirar ese don especialísimo de la libertad, por la que somos dueños de nuestros propios actos y podemos —con la gracia del Cielo— construir nuestro destino eterno.

Es Cristo que pasa, 99


Al regalarte aquella Historia de Jesús, puse como dedicatoria: “Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo”. Son tres etapas clarísimas. ¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera? (Camino, 382)


Cómo podremos superar esos inconvenientes? ¿Cómo lograremos fortalecernos en aquella decisión, que comienza a parecernos muy pesada? Inspirándonos en el modelo que nos muestra la Virgen Santísima, nuestra Madre: una ruta muy amplia, que necesariamente pasa a través de Jesús.

En este esfuerzo por identificarse con Cristo, he distinguido como cuatro escalones: buscarle, encontrarle, tratarle, amarle. Quizá comprendéis que estáis como en la primera etapa. Buscadlo con hambre, buscadlo en vosotros mismos con todas vuestras fuerzas. Si obráis con este empeño, me atrevo a garantizar que ya lo habéis encontrado, y que habéis comenzado a tratarlo y a amarlo, y a tener vuestra conversación en los cielos.

Ruego al Señor que nos decidamos a alimentar en nuestras almas la única ambición noble, la única que merece la pena: ir junto a Jesucristo, como fueron su Madre Bendita y el Santo Patriarca, con ansia, con abnegación, sin descuidar nada. Participaremos en la dicha de la divina amistad -en un recogimiento interior, compatible con nuestros deberes profesionales y con los de ciudadano-, y le agradeceremos la delicadeza y la claridad con que Él nos enseña a cumplir la Voluntad del Padre Nuestro que habita en los cielos.

Seguir a Cristo: éste es el secreto. Acompañarle tan de cerca, que vivamos con Él, como aquellos primeros doce; tan de cerca, que con Él nos identifiquemos. No tardaremos en afirmar, cuando no hayamos puesto obstáculos a la gracia, que nos hemos revestido de Nuestro Señor Jesucristo. Se refleja el Señor en nuestra conducta, como en un espejo. Si el espejo es como debe ser, recogerá el semblante amabilísimo de nuestro Salvador sin desfigurarlo, sin caricaturas: y los demás tendrán la posibilidad de admirarlo, de seguirlo. (Amigos de Dios, nn. 299-303)