"Hago todos los días mi "ratito" de oración: ¡si no fuera por eso!" (Camino, 106)

27 de noviembre de 2014

Jueves de la 34a Semana del Tiempo Ordinario. fiesta de la Medalla Milagrosa

Lucas 21,20-28.


Jesús dijo a sus discípulos: 

"Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. 

Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella. 

Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse. 

¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. 

Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento. 

Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. 

Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. 

Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. 

Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación". 

COMENTARIO:

Pensemos valientemente en nuestra vida. ¿Por qué no encontramos a veces esos minutos, para terminar amorosamente el trabajo que nos atañe y que es el medio de nuestra santificación? ¿Por qué descuidamos las obligaciones familiares? ¿Por qué se mete la precipitación en el momento de rezar, de asistir al Santo Sacrificio de la Misa? ¿Por qué nos faltan la serenidad y la calma, para cumplir los deberes del propio estado, y nos entretenemos sin ninguna prisa en ir detrás de los caprichos personales? 

Me podéis responder: son pequeñeces. Sí, verdaderamente: pero esas pequeñeces son el aceite, nuestro aceite, que mantiene viva la llama y encendida la luz.

Amigos de Dios , El tesoro del Tiempo San Josemaría